Amanece
sin fronteras, ni escrúpulos al otro lado de la realidad; donde la noche se esconde
entre sombras. Actúa como si fuera un delincuente del día; que lo
esposa con su indiferencia; que lo busca en el cansancio de las dudas;
que lo interroga en las sonrisas de los semáforos; que lo
llama en las lágrimas de las hojas secas; que lo acaricia en los
difuntos en descomposición; que lo mastica en las amarguras del
chocolate; que lo grita con los besos imposibles de acariciar; que lo
dibuja con las acuarelas sin colores; que lo escupe en las
chimeneas de antaño; que lo admira con los ojos en decadencia;
que lo analiza con las manos sin huellas; que lo aborrece con
los sentimientos sin destino. Amanece porqué no le queda más remedio.
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