No sé, si es bueno y necesario tomar distancia de la soledad. En la foto,
hay varias soledades: la de plancha de mi bisabuela, Juliana; la de mi tía
María, su hija; la de un viejo diccionario, roto en dos partes desiguales; la
de tres claveles marchitos; la de un collar de perlas; la de un trapo de tela
que parece un manteo de segoviana. Las soledad de mi tía, María, tal vez
se aliviara acariciando la plancha de su madre; quien, tuvo ocho hijos en los
que verse reflejada; y ya cansada por la noche leería esas palabras imposibles
de descifrar, que a la alejarían de las preocupaciones de sus siete hijos casi
casados, y su hija, María, que no tenía suerte con los hombres con los que se
cruzó y lloraba arropada con su manteo segoviano, desgastando con sus dedos un collar de perlas como si
fuera un rosario de avemarías para consolarse de su soledad; que siempre fue
vigilada por sus hermanos y sobrinos
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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