domingo, 14 de octubre de 2018

Venezuela

 Hace más de quince años, que hice un curso de Librería en Madrid; me encontré con una venezolana exiliada, quien me hablaba de los milicias bolivarianas. Un día, se puso a llorar por la suerte que habría corrido uno de sus hermanos con estas milicias.  Mi excompañera de curso, a quien no he vuelto a ver, y si, la viera no sé si la reconocería;  me acercó a la situación de un país del que llegan pocas noticias a España. Las que encuentro, las destripo de los periódicos. Sé que no pueden decir lo que piensan, porqué si lo hacen son encarcelados, o, se suicidan sin motivo.  Sé que pasan hambre, no hay alimentos en las tiendas. Sé que no tienen medicinas en sus hospitales. Sé que cruzan la frontera para buscar un futuro en Colombia. No sé, cómo soportan a un hombre, que ha sustituido a otro hombre, que no piensa en ellos; porqué desconoce el significado de la palabra dignidad; porqué ama mirarse en el espejo antes de saltar al otro lado;  porqué besa a la dictadura como democracia; porqué no entiende que la vida es empatía y por eso practica el egoísmo, que mata los sueños de libertad de tantos venezolanos que lloran pidiendo permiso.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

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