El otoño, parece que nunca va a llegar, y cuando lo hace se pega a nuestros
zapatos; que caminan atados a los atajos del paso del tiempo, que besan a
nuestras sonrisas; olvidando la
distancia, para correr insomnes sin rumbo en calles, asfixiadas por el viento utópico, que huele a nostalgia. El otoño, cae
lentamente, como nuestro recuerdo, para ser atrapado en el destino.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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