Llegado a este punto de mi vida, harta de
tantos amigos a quienes dejé en el camino, no por gusto, sino por
no poder soportar más sus descosidos hacía mi persona. He aprendido a valorar a
quien me escucha; a ser fiel a quien me apoya; a comprometerme con quien
me recibe con los brazos abiertos; a arrepentirme poco y seguir hacia adelante,
sin mirar la vista hacia atrás; el pasado nunca es certero, ni verdadero,
tan solo, algo pasajero; a hablar, con las pequeñas cosas que me rodean como si
de ellas dependiera mi felicidad; a fotografiar lo que vagabundea sobre mi
mirada sin acosarla; a creer que siempre la vida es maravillosa, pese al
fracaso, la duda, la incertidumbre; a navegar bajo el anonimato del
horizonte; a luchar por sonreír al lado de mis lágrimas; a ser fiel a mis
principios: ser libre, ser rebelde, ser yo. Llegado a este punto
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