Siempre me ha fascinado la política, nunca los políticos.
Es como una guerra entre dos frentes, que no dudan en matarse lentamente, sin
piedad, encontrando en la agonía del rival un motivo para ser el ganador, cuya
recompensa es un país, azotado, por la enfermedad, por el paro, por la crisis
estructural de siglos de atraso; de haber sido escasamente industrializado,
pero, siempre contento con su suerte. Un país, que nunca se ha rebelado frente
a sus dirigentes, que siempre han sido hombres. Las mujeres han sido relegadas a ser amas de llave, que
observan con ensimismamiento, al líder que cabalga tuiteando con la bandera de
la victoria, en un campo de hambrientos; quienes lloran su suerte ,confinados, dentro
sus casas sin ventanas, para salir a aplaudir a los héroes de mercadillo; que
gritan, que vociferan, que insultan, unos contra otros; olvidando a los que
nunca han votado ni a derechas ni a izquierdas, ni ultraderechas, ni ultraizquierdas;
pues solo, piensan en sobrevivir en un país cuyos impuestos son sus amuletos, de
la suerte, para evitar el déficit. El artículo 113, de la moción de censura,
debatida estos días, ha servido para asesinar la esperanza de los que aún
creemos que un mundo mejor es posible.
Ana Tapias(todos los derechos reservados)©