Al llegar al centro donde trabajo, no aprendí su nombre, ni me fijé en él. Pasaba desapercibido, pegado a su escoba, con su trapo en la mano, cambiando de lugar rápidamente. Creo, que pasaron uno o dos meses, hasta que empezamos a hablar. Estaba agobiada, frente a mi ordenador; nadie me había enseñado a mirar el tiempo, que me sobraba de trabajo; dejó su escoba, se acercó a mi ordenador, me pidió mi clave, se la di; aprendí a jugar con mi tiempo de trabajo. Desde aquel momento, fui descubriendo a un ser humano, lleno de matices, de formas necesarias para mis sonrisas, de aterciopelados dejes de creatividad, manifestados en su página web. Antonio, es un cofrade, dispuesto a pelear por sus imágenes, que son versos de sus genes, que son música de la Semana Santa, que es la fe del Cristo del madero. Con el paso de los meses, esa sombra, que se diluía entre pasillos, entre sillas, entre cajas; se ha convertido en mi amigo.
Con todo mi cariño a Antonio C. V.
Gracias Antonio
Ana Tapias
Con todo mi cariño a Antonio C. V.
Gracias Antonio
Ana Tapias
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