Admiro a Tápies, desde hace años; compartimos el mismo apellido, Tapias. Sus cuadros, nos llevan a la evolución, de un artista, de un soñador, de un vagabundo de los soportes. Me llama la atención, su cuadro titulado" Puerta metálica y violín". Sobre una puerta metálica, de esas que crujen al cerrarse las tiendas, ha colocado, a la derecha, un violín, sucio, por el paso del tiempo; erosionado, por la notas derramadas sobre él; enfermo, tras la larga lucha de la supervivencia. A unos metros, ha dibujado, una cruz negra, que parece más grande que el instrumento; tal vez, simbolice la desnudez de la muerte; a las que nos enfrentaremos como objetos destrozados por el viento. Cada obra, invita a un sueño diferente, a una malformación de la realidad, a un canto a lo errante.
Ana Tapias
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