La luz de Segovia, es distinta, esta llena de vida, alejada del fuselaje de la contaminación, superviviente, tal vez, del pasado romano. El sol, no da abasto a cubrir los 167 arcos, que forman esta lavadora antigua; a quien acaricio cada día; paso mi mano derecha o izquierda, siempre las confundo, sobre la epidermis del granito Al que llega el atardecer, pese a la no querencia de los turistas; que anhelan fotos brillantes, expresivas, delirantes, para mostrar. Anochece sin pausa sobre Segovia.
Ana Tapias
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