Las hojas, se alienan en cualquier rincón, espacio, lugar; donde las deposita el viento; que no tiene consideración con sus deseos, de perecer al lado de su árbol; cuna de su vida, de sus sueños, de sus circunstancias. El destino, siempre inapelable, insobornable, inmediato; dibuja en los pasos de peatones, ataúdes sin crucifijos. Ni las hojas se salvan de ser memoria.
Ana Tapias
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