Caminar por Madrid, es estar sujeto al ruido, que cae en suspensión bajo los oidos, entre la comisura de los labios, pegado a la sien, incrustado en los pies, acoplado al ritmo del corazón. El aullido de las ambulancias, no cesa, no se agota, no se cansa. Nos arroja contra la pared de la incertidumbre, que nos recuerda que la muerte está al otro lado de la frontera; que nuestro destino se acerca;que no hace falta estar enfermo, para acabar sin sueño. Caminar por Madrid, es olvidar el silencio de la inmortalidad
Con todo mi cariño, a mi amiga Idoia, con quien camino por Madrid.
Ana Tapias
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