jueves, 2 de febrero de 2017

El INEM

Hoy he vuelto a apuntarme al IMEN; ayer, terminó mi contrato como auxiliar administrativa. La oficina de Segovia, ha cambiado de sitio. He entrado, algo asustada, adaptándome a mi destino. Me ha recibido, una máquina, donde he tecleado, en "Apuntarme", ha salido un número. He entrado a  una sala de espera, de no más de cuarenta de sillas( no las he contado); enfrente mío, unos ventanales enormes etiquetados, con las letras del Ecyl en rojo; a mi derecha, dos pantallas; en una de ellas, salían los números, acompañados de un pitido. Tenía que girar la cabeza, para no perderme. A mi lado, una mamá joven con su bebé, en un carrito; detrás unos extranjeros, hablando en su idioma; a mi alrededor, gente con caras, sumergidas, ahogadas, subyugadas, por la tristeza,  cuyo ritmo late lentamente, como si fuera una bradicardia social. Mi número, ha salido en la pantalla. Me he dirigido a la mesa; un funcionario, no me ha saludado, seguía hablando con su compañera;  me ha pedido el DNI, ha metido mi número en su ordenador.¿Eres licenciada en Historia? si, he respondido."Pues mal asunto, no vas a encontrar trabajo", ha dicho. He medido mi contestación, pues, quería mi tarjeta de demandante de empleo"Cada uno tiene que estudiar lo que gusta", he contestado, a esa busto inhiesto, sobrio, desfigurado; al que, le hubiera preguntado¿Tú, que eres un enchufado?, conozco a muchos funcionarios como tú. Sus palabras, me han arrojado, abandonado, postrado en la calle; como si fuera un trasto viejo, sin posibilidades de supervivencia. A muchos funcionarios, se les olvida, que cobran, gracias a nuestros impuestos, al menos podían ofrecer esperanza.
Ana Tapias

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