lunes, 20 de febrero de 2017

Llevar los niños al cole

 A las nueve menos diez de la mañana, Madrid, es un atasco de coches, que se enfrentan, que se adelantan, que pitan.  Salgo de casa, con mis tres sobrinos: dos niños, de ocho y de seis años; y una niña, de cuatro años.  Contamos cuentos. Me fijo, en un objeto cercano y voy hilvanando una historia. Esta mañana, fue un árbol, desnudo, en el que se posaba un pájaro, al que perseguía un cazador. Me interrumpen, es un árbol de hoja caduca. El pájaro, busca algo con lo que hacerse un vestido, para camuflarse; encuentra: ramas y una cajetilla de tabaco. Cose una armadura, con su pico. Los coches siguen pitando. Tiro de la mano de mi sobrina, que lleva un anorak rosa. El cazador, vuelve al árbol. Se encuentra con una cajetilla de tabaco, con forma de pájaro. ¿ Os imagináis si se fuma al pájaro?, pregunto. Guille sonríe, no dice nada. El cazador, coge al pájaro y se lo lleva a su casa, donde se hacen amigos; y colorin colorado, este cuento se ha acabado, termino. Guille, de seis años; se dispone a contar el suyo: sobre pócimas, y científicos. Mariana, ha contado siete perros, la encantan. Cruzamos dos pasos de peatones, ya vemos el colegio de lejos; detrás vienen dos amigas, que están en la clase de los dos, son hermanas. La más pequeña, mira a Guille,su compañero de clase, con ojitos. Envidio esa dulzura, ese amor de los seis años. En el semáforo, de la calle grande, muchos niños, esperan a que se ponga verde. Imbuidos en el sueño, dejamos a un lado, el otro lado de la acera;  entramos en el colegio. Los beso, y los deseo que sean felices. Vuelvo a casa, deseando ser niña, para contar cuentos con pócimas mágicas, que me hagan creer en los sueños.
Ana Tapias

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